Educación y Políticas Públicas,
una alineación imprescindible para la transformación del sistema educativo
Competitividad Ejecutiva, Volumen 9, Número 53
Por: Eysel Adolfo Chong Guardia
El
autor es consultor y Catedrático Universitario
Febrero
08, 2014
“No es moderno aquello que es reciente y novedoso,
o hacemos que lo parezca, sino lo que perdura y transforma la vida y la
realidad. No se cambia al mundo sin tener en cuenta cómo es, quiénes están en
él y cómo viven”
J. Gimeno
Sacristán
¿Los cambios en el sistema educativo son importantes o
urgentes?
Entre los
panameños hemos hablado por décadas de la importante y urgente necesidad de
hacer cambios radicales en el modelo educativo predominante y desarrollar estrategias
y procesos de alineación para que se concreten acciones que pongan en la agenda
de la Política Pública el tema de la educación. A este país le favorecen muchos
factores competitivos con los cuales se ha logrado escalar 19 posiciones en el
índice de Competitividad Global (ICG) en los últimos 6 años, sin embargo, otros
factores, entre ellos la educación, siguen estando entre los menos ventajosos.
En la carrera de ser un país de primer mundo se ha dejado el tema educativo a
la suerte de las interpretaciones de lo que es realmente importante y lo que es
urgente.
Los
sistemas educativos están evolucionando hacia nuevos modelos que parten de la
identificación del propósito considerado más importante dentro de las
exigencias de la denominada sociedad del conocimiento. El modelo debe ser
integrado y sistémico y considerar como exigencias la identificación de las necesidades
del contexto socio-económico, las normativas y políticas que regulan a las
instituciones educativas, además del desarrollo científico y tecnológico. Una
exigencia te lleva a la otra, y no plantearlas como un sistema integrado da
como resultado la desactualización o desarticulación entre el mundo del trabajo
y las necesidades sociales con el mundo educativo.
Quizás
sea un buen momento para hacer valer la frase “hoy es mañana, la escuela del futuro comienza en el presente”. No
se trata de hacer “borrón y cuenta
nueva” con lo ya avanzado sobre el rediseño del modelo educativo. Hay que
valorar lo avanzado y replantear con
firmeza, bajo los nuevos enfoques del diseño curricular por competencia, lo que
se tenga que replantear. Partir de la mirada crítica y con ello pensar cuáles
pueden ser las ataduras que impiden que los aprendizajes de esos avances sean
capitalizados en nuevos conocimientos para los cambios que efectivamente se
requieren.
¿Cuál puede ser un conocimiento socialmente válido?
Pese al
eterno problema del sistema educativo por la cobertura y la calidad, hoy la
realidad apunta a que no se trata solo de extender la educación y mejorarla. Se
trata de repensar el modelo sobre la base de la redefinición de los tres
pilares del triángulo didáctico del sistema educativo: 1. ¿Qué se entiende por
sujeto de aprendizaje y cómo se define al alumno? 2. ¿Cómo se entiende la enseñanza y cómo se define al maestro y su rol? 3. ¿Qué se entiende por
“conocimiento válido” para comunicar, procesar y difundir el conocimiento y
considerar el aprender a emprender? Si
bien, han surgido grandes avances en cuanto a la pedagogía y la didáctica
en términos de enseñanza (pilares 1 y 2), es poco lo que se ha avanzado en
cuanto a lo que la sociedad define como “conocimiento válido”. En este sentido se
discute, en el campo de la teoría de
currículo, sobre actualizaciones de enfoque y contenidos
disciplinares. Hoy el alumno deja de ser
considerado objeto de la enseñanza y se
redefine como el sujeto de aprendizaje y la enseñanza como un proceso de
organización de las experiencias de aprendizaje. De lo que se trata es que el
sistema educativo sea visto y valorado como un dispositivo social para la
distribución del conocimiento “socialmente válido”.
La crisis de los sistemas educativos no es solo en
Panamá, es la misma crisis en muchas partes del mundo y tiene mucho que ver con
los pilares del triángulo didáctico como se ha explicado antes, ¿Qué enseñar? y luego ¿Cómo enseñar? Albert Einstein ha
dejado una frase muy válida a nuestros tiempos, “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que
el conocimiento. El conocimiento es
limitado. La imaginación circunda el mundo”.
Los cambios que la educación requiere son más que
estructurales y estos se han debido enfrentar
con anterioridad. Hoy el País está a la espera de lo que se considere “El Gran Pacto por la Educación” de
Calidad para el alcance de niveles de competitividad y desarrollo
inclusivo. Este
Gran Pacto Educativo debería
permitir un avance con resultados visibles en el sistema educativo oficial
(público y particular) en los grandes ejes del sistema: pre-escolar, básico,
media, técnico-profesional y superior.
Las líneas de discusión deben focalizar una ruta
estratégica clara para cada eje en base a los siguientes resultados:
- Que la educación sea inclusiva y sea considerada “un pilar del desarrollo inclusivo”.
- Que la educación cumpla con el principio de universalización con calidad y pertinencia.
- Que el direccionamiento estratégico (visión o propósito central) de la educación sea compartido y oriente el diseño de un programa curricular del siglo XXI
- Que se fomente la profesionalización y dignifique la carrera docente de excelencia
- Que se diseñen y se cumpla con estándares de calidad en términos de horario y calendario escolar y de un sistema de evaluación permanente de todos los actores del sistema
En síntesis, La
“revolución” educativa que se tiene pendiente en el presente debe ser
para generar la escuela del futuro. El re-direccionamiento de los aspectos
pendientes del sistema educativo debe responder a múltiples exigencias del
siglo XXI y estar enfocado en lograr una transformación productiva para la
competitividad, basada en una Política de desarrollo inclusiva para reducir la
desigualdad. Ahora más que nunca se
necesita consenso para el fortalecimiento de capacidades estratégicas en
materia de prospectiva y su uso en el quehacer de la Política Pública. Poner en evidencia la prioridad y propósito de dichos
cambios con la
suficiente profundidad y perspectiva de largo plazo y lograr los acuerdos y estrategias puntuales con las
cuales trazar un mapa de metas e indicadores de corto, mediano y largo plazo. Los
panameños merecemos una educación equilibrada y enfocada en las competencias.